Soy chiquito y creo que por eso me gusta creer. Me parece que cuando sea grande no me será tan fácil.
Me gusta creer que cuando se me cae un diente, viene el Ratón Pérez y me deja dinero debajo de la almohada. Yo lo creo, aunque me imagine que Pérez no tiene por qué saber dónde vivo y también que es muy difícil que un ratón tenga dinero. Sin contar con que no creo que se arriesgase a entrar a casa y que mi mamá lo saque a escobazos.
Me gusta creer en Papá Noel e imaginarlo viajando en su trineo tirado por renos y recorriendo en una sola noche todo el universo. Soy feliz creyendo que gracias a él ningún niño se quedará sin su regalo en Navidad, que no importa dónde viva, ni de qué trabajen sus papás, cada niño tendrá el regalo que soñó. Sé que es muy difícil, por no decir imposible, que una persona viva rodeada de duendes en el Polo Norte y tenga un taller de juguetes, que lea todas y cada una de las cartas de cada niño que hay en la tierra. Que esa persona entre por dónde pueda a casa cada y lleve en una bolsa todos los juguetes, pero a mí me gusta pensar que así es.
Me gusta creer en los reyes magos y pensar que van los tres juntitos con sus camellos volando por el cielo a hacer felices a los niños. Me gusta pensar que son reyes buenos que no ostentan ningún otro poder que no sea el de hacer feliz a la gente. Me doy cuenta que los camellos no tienen alas y no vuelan, que ya casi no quedan reyes en este mundo y los que quedan no vuelan por el cielo, pero así y todo yo creo en ellos.
Me gusta creer en los superhéroes y creer que haya personas que sólo buscan ayudar a la gente, que tienen capas y vuelan por el cielo. Personas que de día trabajan de trabajos comunes, como mi papá y de noche persiguen a los malos. Sé que esas personas solo aparecen en las películas, que ni siquiera los diarios hablan de ellas y me imagino que es porque sólo en la fantasía es posible, pero aun así yo quiero creer en ellos.
Yo creo en muchas cosas, creo en las hadas, en las brujas, en los duendes, aunque todos ellos no se dejen ver más que en los cuentos o en las películas yo creo porque necesito creer.
Soy chiquito, si no creo ahora ¿Cuándo lo haré?
Algo me dice que cuando crezca (posiblemente no sé....) algunas cosas y algunos seres se irán de mi memoria y en verdad, espero que no lo hagan de mi corazón (porque forman lo más bonito de mi niñez, de lo que ahora soy y de lo que siempre seré en mi corazón).
Me parece que cuando sea grande ya no pensaré en el Ratón Pérez, ni en Papá Noel, ni en tantas otras cosas y lo sé porque lo veo en los ojos de las personas, pero yo sé muy bien que si no llego a pensar en ellos, no quiere decir que no los pueda invocar en mi corazón y traerlos a la realidad cuando sea más grande, cuando me convierta en Papá o en Mamá (así lo haré, para su magia conservar).
Por eso, antes de perder esta hermosa capacidad y posibilidad que hoy tengo, yo elijo creer porque soy chiquito y porque lo necesito, porque creyendo soy más feliz, porque aun cuando crezca grande y fuerte, mi corazón de niño que conservaré....nunca nunca dejará de creer.
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